
Manuel Andújar (1913-1994)
A Gloria Fuentes Sáenz, estímulo desde México.
A su regreso a España, tras casi treinta años de exilio en México, el editor y escritor Manuel Andújar (1913-1994), al reincorporarse al devenir de la cultura de su país tuvo varias ocasiones de comprobar cómo las gastaba la censura franquista.
Sin embargo, ya en 1949 había asistido en la distancia a la ridícula prohibición de importar ni más ni menos que 20 ejemplares de su novela Llanura (publicada en México por Centauro en 1947) que había solicitado Alfonso Martín Escudero el 14 de mayo.
La vergonzosa prohibición, fechada el 24 del mismo mes y firmada por Luis Miralles de Imperial y Gómez (marqués de la Torre de Carrús, congregante de la Orden del Pilar, caballero de la Orden Soberana de San Juan de Malta y del Real Cuerpo Colegiado de Caballeros Hijosdalgos de la Nobleza de Madrid, 1914-1972) aducía que:
Por su carácter tendencioso en cuanto al principio de autoridad, o bien por las suposiciones que se permita exponer de cohecho de un Benemérito Instituto armado de España, así como por su tendenciosidad amoral e irreverente, presentando el campo Español como algo salvaje y atrasado, con sus rancias costumbres, estimamos rechazable por entero esta obra. [Expediente 2378-49].
Años más tarde, ya en tiempos de la conocida popularmente como “Ley Fraga”, Andújar tomó la determinación de retirar a última hora el relato “Hermano de José” de la antología que la editorial Helios se disponía a publicar en su colección Scorpio con el título Los lugares vacíos (1971). A decir del autor, los cortes exigidos por Censura para autorizarla desvirtuaban completamente el sentido del texto. Así que, en lugar de negociar, de hacer ruido en la prensa nacional o extranjera, o de aceptar la publicación de su obras con las mutilaciones impuestas por Censura, Andújar decidió eliminar sin más ese cuento, una postura que casa bien con lo anotado por aquellas fechas (1970) por Max Aub en su diario respecto a la personalidad del escritor malagueño.
Andújar –que es experto y atento en la publicidad de la empresa editorial donde trabaja [Alianza]–, huye de cualquier resonancia personal. Está a punto de aparecer en España su importante trilogía novelística [se refiere a Vísperas] y nadie ha conseguido arrancarle unas declaraciones ni equilibradas ni apasionadas. Quiere vivir en Madrid sin que nadie le turbe su prudencia, su misteriosa contención, su deseo de no alzar iras ni entusiasmos.
Sin embargo, no llamar la atención (cosa lógica tratándose de un exiliado que regresa) no significa aceptar cualquier cosa. Censura se cebó también en una de las novelas más importantes de Andújar, Historias de una historia, escrita en México entre 1964 y 1966. Presentada a Censura por la madrileña editorial Al-Borak y reiteradamente considerada de publicación “no aconsejable”, tardó tres años en obtener autorización, y con unas mutilaciones que, en palabras de Rafael Conte, dejaron la obra “destrozada”. Quizá para no perjudicar el recorrido comercial que esta obra aún pudiera tener (y es de suponer que consciente de que se trataba de una de sus mejores novelas), el propio autor declaró a Antonio Beneyto en 1975 que Historias de una historia, salvo algun recorte menor [se publicó] tal y como en México la compuse”.
En cualquier caso, por fortuna en 1986 esta obra fue objeto de una nueva edición, en Anthropos, en la que se indicaba claramente que se recuperaba, entonces sí, el “texto íntegro”. (¡La de novelas españolas de los años cuarenta y cincuenta que no han tenido la misma suerte!). Confieso que no he tenido paciencia para cotejar ambas ediciones para averiguar si estaba más cerca de la verdad Andújar o Conte, pero me inclino a pensar que Manuel Andújar lo que pretendía con sus declaraciones era no perjudicar a la editorial Al-Borak.
En esas mismas declaraciones a Beneyto ya aludidas, Manuel Andújar subrayaba el lastre que suponía para la cultura española la existencia de la censura de libros –“uno de los más graves atentados contra el patrimonio nacional”, dice–; lastre que, en buena medida, aún hoy seguimos arrostrando, incluso en ediciones supuestamente “críticas” publicadas por editoriales prestigiosas. Decía Andújar:
La letra, profesada, no ha de tropezar con ningún impedimento. La responsabilidad única (moral, artística, de proyección colectiva) se vincula, como la vibración religiosa misma, a la conciencia de quien la suscita- Condicionarla en “nombre” de una ideología, de una máquina estatal, de una ordenanza ética oficializada, no sólo menoscaba el pleno y multiforme desarrollo cultural y literario, sino que atenta contra el principio, singular y plural, de la dignidad humana, noción de tan neta y reivindicable índole española.
Mi repulsa categórica, sin distingos ni fronteras, de la censura, aplícase, con particular agudeza, a la que España ha sufrido durante sus últimas décadas en su conjunto […]
Los que se escandalizan, farisaicamente, de los métodos abortivos, a ellos se han consagrado, bolígrafo rojo o verde en ristre, bajo el amparo de la más turbia impunidad.
Desde luego, Manuel Andújar demostró una dignidad y una valentía encomiables al intentar publicar en la España de Franco textos escritos durante su etapa mexicana –es decir, libremente– que además no contaban con premios que los avalaran ni con la probabilidad de ser publicados con éxito fuera de España (argumentos que a veces conseguían reblandecer la censura).
Fuentes:
Max Aub, Diarios (1939-1972), edición, introducción y notas de Manuel Aznar Soler, Barcelona, Alba, 1998.
Antonio Beneyto, “El testimonio perenne de Manuel Andújar”, en Censura y política en los escritores españoles, Barcelona, Euros (España: Punto y Aparte), 1975, pp. 83-89.
Rafael Conte, “Nacimiento y muerte del exilio”, capítulo 24 de El pasado imperfecto, Madrid, Espasa, 1998, pp. 242-249.
Fernando Larraz, “Fichas de novelas presentadas a la censura. Primera serie, 1937-1962“, Represura, n. 8 (febrero de 2013).
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