En Historia de la edición en España, 1939-1975, Jesús A. Martínez menciona un poco de pasada una editorial que forjó un eslogan publicitario antológico que hubiera hecho las delicias del exministro de Educación, Cultura y Deporte español Juan Ignacio Wert: “Boris Bureba, libros que españolean”.

José Ignacio Wert, autor del guerracivilista y muy insultante “Nuestro interés es españolizar a los niños catalanes”.
Para quienes no la conocían, de entrada pudiera parecer un poco extraño que semejante lema lo adoptara una editorial con un nombre de tan escasa raigambre hispánica como Boris Bureba, pero el caso es que tras ese nombre se ocultaba Isidoro Bureba Muro (1892-1972), quien lo empleó ya en los años veinte y treinta cuando ejercía el periodismo.
A finales de los años veinte, Boris Bureba era el especialista en temas internacionales en El Imparcial, y de esas mismas fechas es su colaboración como secretario de redacción en la revista vanguardista Atlántico. Revista mensual de la vida hispanoamericana (18 números entre 1929 y 1933), que merece comentario aparte. El director de esta publicación era un personaje bastante singular, el exmilitante de la anarquista CNT Francisco Guillén Salaya, novelista y autor luego de una de las primeras, si no la primera, historias de la organización de ultraderecha JONS (en la cual militó).

Edición reciente (2011) del libro de Salaya en Ediciones Nueva República.
En febrero de 1930, la Editorial Atlántico, que publicaba la revista, creó un jurado para elegir a la primera Miss España, idea que surgía en la estela de la “Señorita España” que el año anterior había convocado el periódico Abc con un jurado presidido por su director (Torcuato Luca de Tena) y en el que figuraban el escultor valenciano Manuel Benedito (1875-1963) y el pintor también valenciano Mariano Benlliure (1862-1947). No es de extrañar, pues, que la galardonada fuera una valenciana, Pepita Semper (que ese año se convirtió en fallera mayor avant la lettre).
El jurado de la primera Miss España, convocado por Atlántico, lo formaron la actriz Carmen Ruiz Moragas (1896-1936), la modista Brígida Bedesc, el médico Dr. Piga, el célebre compositor de zarzuelas Federico Moreno Torroba (1891-1982), el escultor Emiliano Barral (1896-1936), de quien es bien conocida su amistad con Pablo Iglesias y con Antonio Machado, el pintor, dramaturgo, guionista cinematográfico y crítico de arte Manuel Gutiérrez Navas (190-1971), el escritor Benjamín Jarnés (1888-1949) junto con los ya mencionados Salaya y Bureba. La galardonada fue otra valenciana, Elenita Pla (también fallera mayor), a la que la revista dedicó un amplio e ilustrado reportaje.
Pepita Semper.
Además de infatigable traductor del francés, desde 1931 y hasta 1933 Bureba fue redactor en el periódico del Partido Socialista Obrero Español, El Socialista, donde se ocupó de Cines y Teatros y escribía una sección muy popular llamada “Últimas lecturas”. Posteriormente pasó al El Sol, periódico fundado por Nicolás Urgoiti (director de La Papelera Española), en la época en que en sus páginas convivían algunos de los intelectuales republicanos más prestigiosos con algunos de los fundadores del partido de extrema derecha Falange Española (Pedro Mourlane Michelena, Eugenio Montes, José María Alfaro, Ernesto Giménez Caballero).
Posteriormente, sin abandonar su faceta de traductor, trabajó en la Editorial Calleja (en la época en que la dirigía Saturnino Calleja Gutiérrez) como librero y formó parte del comité organizador de la Feria del Libro de Madrid de 1936, que se celebró a las puertas de la guerra civil española, entre el 24 de mayo y el 2 de junio. Y a esta experiencia hay que añadir en la preguerra también su paso por la Sociedad General Española de Librería (SGEL), del que se le recuerda sobre todo por haber intermediado para que Calleja publicara las obras que en esos años (1935-1936) le presentó la luego famosa escritora Carmen Conde (1907-1996).
En los años cuarenta y en menor medida en los cincuenta la de Boris Bureba fue una editorial importante, en particular en el ámbito de la literatura infantil, y promovió diversas iniciativas para dignificar y subrayar el papel de los libros en la formación de nuevos lectores. En esta voluntad se inscribe por ejemplo el Premio Boris Bureba, que se concedió a algunos autores relevantes en su momento, como José Mª Sánchez Silva (célebre sobre todo por su traducidísimo Marcelino Pan y Vino) en 1946 o el pintor e ilustrador de libros barcelonés Pedro Serra Farnés (1890-1974), considerado por la crítica especializada uno de los principales maestros de la escuela paisajística catalana, galardonado en 1948.

“Paisaje rural”, de Serra Farnés.
Y en la misma línea debe situarse la convocatoria en 1946 de un concurso de carteles que tenían como tema el fomento de la lectura entre las jóvenes generaciones. Se presentaron cincuenta y ocho obras y con ellas se organizó una exposición en la Sala Marabini, y se premiaron los carteles de Castillo y Bost (primer premio). Juan Antonio Ancha (segundo) y accésits a Lorenzo Goñi y Antonio H. Palacios.

Uno de los carteles más conocidos de Lorenzo Goñi durante la guerra civil española.
Boris Bureba tuvo un papel pues muy importante en el salto cualitativo que hizo la edición de libros infantiles en la posguerra española, y en la Historia de la edición ya mencionada Jauime García Padrino destaca, por ejemplo, que junto a libros de un cierto empaque y riqueza:
supo conjugar una barata presentación con toques de cierta originalidad formal, como demostraba Arquita de Noé (1946) de Alfredo Marquerie, con n sencillo cuadernillo grapado y en rústica, y un fino cordón de seda anudado en el lomo.
En su propia editorial pudo Boris Bureba publicar por fin a Carmen Conde (Un conejo soñador rompe con la tradición), así como, también en la colección Cuentos Españoles para Mí, a Francisco J. Martín Abril (Un hombre bueno), José Montero Alonso (La perra Pitti), Leonor de Noriega (El libro de las siete hadas), José María Sánchez Silva (Bokumba, rey de los negros), Fernando Castán (Un mundo de papel), Ángeles Villarta (Los membrillos), Carmen Nonell (El ramillete de la paz)…

Ilustraciones de Goñi para “Elisa y las flores”, de Manuel Díez Crespo.
Muestra del interés de Boris Bureba por las artes plásticas es que figure entre los socios de honor de la Asociación Española de Pintores y Escultores. Entre los ilustradores de la editorial destacan [Mariano] Zaragüeta, conocido sobre todo como uno de los creadores del entrañable personaje de Antoñita la Fantástica, junto a la escritora Bora Casas, e ilustrador de algunos de los últimos títulos de la serie de Celia de Elena Fortún, y sobre todo de Serny (Ricardo Summers Isern, 1908-1955), de quien destacan sus trabajos como ilustrador también de Celia (ya en la revista Gente Menuda) y en la posguerra sus colaboraciones en la Revista Bazar (de la Sección Femenina de FET y de las JONS y dirigida por Elisa de Lara) y Lorenzo Goñi, considerado uno de los mejores ilustradores españoles de todos los tiempos y antes de 1939 famoso sobre todo por un célebre cartel republicano durante la guerra civil y por una chiste aparecido en 1937 la revista L´Esquella de la Torratxa que anticipa la broma pesada proferida por Wert en el Congreso de los Diputados.

Viñeta de Goñi publicada en la revista satírica L´Esquella de la Torratxa en 1937, durante la guerra civil.
A estos méritos de Boris Bureba hay que añadir su encomiable enciclopedia, así como la serie de patrióticas Biografías Amenas de Grandes Figuras (donde publicaron Luis de Armiñán, Manuel Díez Crespo, Alfredo Marquerie y Luis Astrana Marín, entre otros), pero en definitiva si merece ser recordada es sobre todo por su labor de difusión y dignificación de la literatura infantil y juvenil y por haber ofrecido a los autores y autoras españoles dedicados al género algunas de las pocas oportunidades con que contaron en aquellos años para dar a conocer su obra.
Fuentes:
Diversos números de Abc y El Socialista.

Marcelino pan y vino, de Sánchez Silva, ilustrado por Lorenzo Goñi (Editorial Cigüeña, 1955, 9º ed.).
Marisol Dorao, Los mil sueños de Elena Fortún: Celia, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz,2000.
José-Carlos Mainer, “Presagios de tormenta. La Revista Atlántica (1929-1933)“, en Fidel López Criado, ed., Voces de vanguardia, Universidade da Coruña, 1995, pp. 123-143.
Jesús A. Martínez Martín, Historia de la edición en España, 1939-1975, Madrid, Marcial Pons, 2015.
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