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Cuando Picasso encontró a Balzac, y pintó el Gernika

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«Para ser un gran poeta no basta con dominar la sintaxis y no cometer errores gramaticales.»

Honoré de Balzac, La obra maestra desconocida

«Aprende las reglas como un profesional, para poder romperlas como un artista.»

Pablo Picasso

balzac - copiaQuizás en el conjunto de la obra literaria de Honoré de Balzac (1799-1850), la novela breve Le Chef-d’œuvre inconnu (La obra maestra desconocida) sea una rareza, pero sin duda se cuenta entre las más densas en cuanto a significado y una de las que a lo largo del tiempo ha dado pie a una mayor diversidad de interpretaciones, aunque a veces resulte un poco molesta a quienes prefieren conformarse con una imagen estereotipada de la obra del gran escritor francés y ventilan la cuestión etiquetándolo como «autor de novela realista», o se haya convertido en un festín delirante para la crítica feminista.

Es posible que la bellísima novela breve que es La obra maestra desconocida sea una de las víctimas de la grandeza, indiscutibe, de la gran obra narrativa de Balzac

Cuando en agosto de 1831 sale a la luz por primera vez, en las páginas del hebdomadario L’Artiste, fundado por Achille Ricourt y dedicado originalmente a la literatura y las bellas artes, lo hace con el título de uno de sus protagonistas, Mâitre Frenhofer, en un momento en que Balzac se encuentra en una etapa particularmente fecunda, cuando gracias sobre todo al éxito de El último chuan (primera versión de Los chuanes) y La peau de chagrin (Piel de zapa), publicada fragmentariamente en La Revue de Paris y en La Revue des Deux Mondes antes de aparecer en dos volúmenes, se había empezado a reponer de sus desastrosas incursiones en el mundo de la edición y de la imprenta (arrastraba deudas por el intento de publicar las obras completas de Molière y La Fontaine desde 1825). Poco después se consagraría además con Eugénie Grandet (1832) y Les Célibataires (primer título de Le Curé de Tours, 1832).

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La historia es relativamente sencilla: El maestro Frenhofer (el único personaje ficticio) y su amigo el pintor Nicolas Poussin (1594-1665) visitan el taller del joven Porbus (1570-1622), que se encuentra en un callejón sin salida en su intento de completar un cuadro dedicado a santa María Egipcíaca, y tras admirar la obra Frenhofer empuña el pincel la remata brillantemente con un par de toques gracias a su dominio de la técnica pictórica. Sin embargo, también Frenhofer se ha encallado, con el cuadro que tiene en marcha desde hace ya diez años, La belle noiseuse, cuyo objetivo es la belleza femenina perfecta, así que Pousin le sugiere que emplee como modelo a su amante, Gilette. Finalmente Frenhofer podrá completar su obra, pero cuando sus amigos la ven sólo son capaces de advertir un espléndido pie femenino entre un batiburrillo de colores. El desenlace de la historia vale la pena leerlo.

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Sin embargo, los elementos en conflicto los ha resumido perfectamente Eva Rausell, asociándolos a cada uno de los personajes, si bien todo intento de analizar la novela va inevitablemente asociada a una interpretación de la misma que, dada la riqueza y apertura del texto, no excluye otras posibles:

Sus obras [de Balzac], como señala Stefan Zweig, tratan de proporcionar un contraste entre las actitudes del funcionamiento corriente de la sociedad y aquellas otras actitudes que franquean las fronteras de lo establecido […] Los tres personajes de La obra maestra desconocida representan diferentes modelos de conducta artística: el artista moderado que atiende a principios inviolables (Frenhofer), el artista que cuestiona esos principios (Probus) y el aprendiz que oscila entre ambas posturas (Poussin).

Más sintéticamente, Harry Levin ya planteó la que acaso sea la pregunta fundamental a la que debe intentar dar respuesta el lector tras la lectura del relato de Balzac: «¿Es ese pintor un genio incomparable o un charlatán autosugestionado?», porque de ella se derivará una determinada interpretación de la novela, entre las muchas y muy diversas posibles. Quizá en eso consista la “ambigüedad” que algunos críticos atribuyen a la obra, o tal vez sea que, como toda obra clásica, pese al paso de las años sigue siendo vigente porque es capaz de generar nuevas interpretaciones.

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Albert Skira (1904-1973).

Cien años más tarde de la publicación original de esta pequeña joya literaria (una obra de arte desconocida ella misma durante mucho tiempo), cuya influencia se ha señalado en escritores y artistas tan diversos como Cézanne, Hawthorne («El artista de lo bello»), Zola (La obra) o incluso Henry James («La madonna del futuro»), quien en Notes on novelists definió a Balzac como «el primero y más destacado miembro de su oficio», el genial galerista, marchante y editor Amboise Vollard (1866-1939), que en 1901 había organizado la primera exposición de Pablo Picasso (1881-1973) en París y a quien el pintor malagueño había retratado en un célebre cuadro fechado en 1910, le propuso a Picasso hacer una edición ilustrada de la novela breve de Balzac. Acababa de aparecer, en las exquisitas ediciones Skira de Lausana, la edición de las Metamorfosis de Ovidio con una treintena de aguafuertes picassianos en los que había dado rienda suelta a su fascinación por la figura taurina, y a la vista del éxito (artístico, me refiero) la opción de ilustrar una nueva obra literaria tenía mucho sentido.

Conociendo un poco los intereses de Picasso, por aquel entonces un artista de fama internacional, no es extraño que el proyecto despertara su pasión creativa, pues a nadie escaparon las concomitancias entre el personaje del maestro técnicamente sobresaliente cuya inspiración no es cabalmente comprendida y la situación que Picasso había experimentado en determinadas épocas de su vida (y que, de hecho, en realidad le acompañarían en mayor o menor medida siempre).

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Pablo Picasso.

La obra publicada por Vollard contiene dos series de grabados, doce aguafuertes creados en 1927 (salvo uno de 1931) y sesenta y cinco dibujos de 1924 que Vollard hizo grabar en madera a Georges Aubert (1866-1961), y posteriormente hizo también una edición separada, en una carpeta, de los trece aguafuertes. Como bien se comprenderá, la obra de Picasso no se somete a la creación del genio literario, no se trata de ilustraciones al uso, de imágenes que muestren en forma gráfica lo que Balzac ha creado mediante la palabra, sino que se trata en cierto modo de lo que podrían llamarse «variaciones sobre el mismo tema», obras de Picasso en las que se expresan sus propias ideas, y que el pintor consideró corroboradas por la breve novela de Balzac. Es decir, Picasso reconoció en la obra del escritor francés algunas ideas que llevaban ya tiempo rondándole por la cabeza,

Valgan como colofón, unas palabras del apasionado picassiano Palau i Fabre en las que subraya la coincidencia, una más, entre el escenario de la novela de Balzac y el lugar de nacimiento de uno de los cuadros más impactantes y legendarios del siglo XX:

…es muy posible que el taller de Porbus, con el que comienza la narración [«Una fría mañana de diciembre, hacia finales del año 1812, un joven muy modestamente vestido deambulaba ante la puerta de una casa situada en la Rue des Grands-Augustins, de París»], sea el mismo que ocupó Picasso a partir de 1937, en el número 7 […] Todos los detalles coinciden, y la escalera de caracol es la misma que yo subí en los años treinta […] Por desgracia, y a pesar de la leyenda que lo aureola –es el taller donde se pintó el Gernika–, el artista fue expulsado de él en 1966.

 

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Josep Palau i Fabre.

Honoré de Balzac-Pablo Ruiz Picasso, La obra maestra desconocida, diseño de Eva Mutter, edición al cuidado de Nilda Echarri, prólogo de Josep Palau i Fabre y traducción de Javier Albiñana, Barcelona, Círculo de Lectores, 2000.

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Frontis de la sobrecubierta.

Fuentes adicionales:

Patricio Álvarez Aragón, «La obra maestra desconocida: el juicio estético de Honoré de Balzac», Cultura colectiva, 15 de agosto de 2014.

Harry Levin, El realismo francés. Stendhal, Balzac, Flaubert, Zola, Proust, traducción de Jaume Reig, Barcelona, Laia (Papel 451, núm. 22), 1974.

Eva Rausell, «Honoré de Balzac: la obra maestra desconocida», La activa minoría, 13 de enero de 2015.

Graham Robb, Balzac. A biography, New York, W.W. Norton, 1996.


Tagged: Albert Skira, Ambroise Vollard, Honoré de Balzac, Pablo Picasso

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