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Vinyoli & Viñoly, traduttore, traditore (malgré lui?)

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Joan Vinyoli

Es lógico y justo que las conmemoraciones del centenario de Joan Vinyoli (1914-1984) se concentren sobre todo en su obra poética, porque se cuenta entre las más importantes que ha dado la literatura catalana del siglo xx. Sin embargo, no es en absoluto desdeñable su impresionante trayectoria como editor y, en menor medida, su obra como traductor al catalán y al español también tiene puntos de interés.

Al tratar este último aspecto de la obra de Vinyoli suele mencionarse y ponderarse sobre todo la calidad de sus traducciones de Rainer Maria Rilke al catalán: Versions de Rilke (Proa, 1984) y, póstumamente, en edición de Xavier Folch y Feliu Formosa, Noves versions de Rilke (Empúries, 1985), que obviamente firmaba con su nombre. Pero rara vez se aborda su ingente producción como traductor al español, que, si bien variada, es particularmente cuantiosa en el ámbito de la novela policíaca que publicó Barral Editores a principios de la década de 1970.

Sin embargo, ya durante la guerra había participado como cotraductor, al español, con Ernesto Martínez Ferrando y José María Quiroga, en la Historia de la literatura. Maravillosa síntesis de historia universal, de Klabund (Arthur Henschke, 1890-1928), firmando “Juan Viñoly”, y con el mismo nombre, ya en la posguerra, Aquí debieran florecer rosas, del autor danés Jens Peter Jacobsen (1847-1885), en la colección Euro de José Janés y Félix Ros.

Aun así, en los primeros años de la década de 1970 y coincidiendo con una etapa muy difícil en la editorial en que trabajaba (Labor), aparece el grueso de su producción como traductor, que se prolongará más allá del año de su jubilación como director editorial (1979). En 1971 se publica en Seix Barral, firmada por Juan Viñoly y José Elías, la traducción de Las guerrilleras, de Monique Witting; en la misma editorial, en 1973, aparece Lectura de Brecht, de Bernard Dort, y en la Serie Negra de Barral Editores se publican en 1973 sus traducciones de La hermana pequeña, de Raymond Chandler (número 18); Las princesas de Acapulco, de Giorgio Scerbanenco (número 20); Max y los chatarreros (en colaboración con Josep Elías), de Claude Néron (núm. 23); Sinfonía para una masacre, de Alain Reynaud-Fourton (núm. 36) Tierra al asunto, de Jean Laborde (núm. 37) y El traficante de cadáveres, de Dominique Fabre (núm. 38). Poco después traduciría también a Céline (Casse-Pipe. Conversaciones con el profesor Y), a Josep Pla (Vida de Manolo contrada por él mismo), la antología de Van Hageland Las mejores historias de fantasmas y toda una serie de traducciones pro pane lucrando (Carlos Semprún Maura, Dominique Cacoub, Aldo Rizzo, Philippe de Jonas, etc.).

Dado que Vinyoli no se jubiló de Labor hasta 1979, cabe suponer que el grueso de estas traducciones, y en particular las que hizo para su amigo Carlos Barral, las compaginaba además con su jornada laboral, lo cual hace doblemente increíble la prodigalidad de Vinyoli (o Viñoly) como traductor.

De izquierda a derecha, Carlos Barral, Max Aub y Carlos Fuentes.

Los valiosísimos estudios que Daniel Linder ha dedicado a las traducciones en España de los clásicos de la novela negra dan algunas pistas para entender semejante rapidez. En un trabajo dedicado a la novela de Chandler The Big Sleep, por ejemplo, Linde establece la siguiente concatenación de traducciones:

  1. 1949: Con el título Una dama tenebrosa, en traducción firmada por el prolífico Juan G. de Luaces y publicada en Mateu.
  2. 1957: El mismo texto y la misma firma con el título Una mujer en la sombra, en Mateu de nuevo.
  3. 1958: Entre las Novelas Escogidas de Chandler, en traducción firmada por Inés Navarro y Antonio Gómez, en Aguilar. Inés Navarro era secretaria ejecutiva en Aguilar y Antonio Gómez su marido. Pese a no ser traductores profesionales, llevan su firma muchos de los títulos de series como las del inspector Maigret o las de Fantomas, por ejemplo.
  4. 1972: Como El sueño eterno, en traducción de un inexistente José Antonio Lara (¿una broma antiPlanetaria?), en Barral Editores, cuyo texto es el de Navarro-Gómez “maquillado”, es decir con cambios de estilo.

Bastará este ejemplo para advertir la escasa consideración que tenía Barral hacia la novela policíaca, y la cosa quizá no tendría mayor trascendencia si ese mismo texto no hubiera tenido más de una veintena de reimpresiones y de ediciones en Bruguera, Planeta y RBA, entre otras.

Acerca del Chandler que tradujo Vinyoli, evidentemente del francés, vale la pena remontarse a los antecedentes de ese original. Como es bien sabido, al término de la Segunda Guerra Mundial, Marcel Duhamel fundó en el seno de la editorial Gallimard la célebre colección de novela policíaca Serie Noire, y, para acomodarse a 180 o 240 páginas como máximo, decidió suprimir de las novelas estadounidenses todo lo que fuera psicología o no contribuyera a hacer avanzar la acción. Era además una práctica común en esos años de escasez de papel, y en un artículo también muy recomendable Jerôme Dupuis cuantifica los cortes a menudo en un 25 % del original o, en el caso de Cible mouvante, de Ross Macdonald (en Presses de la Cité) en un tercio del original. Más sangrante incluso es el caso de Dead Weight, de Frank Kane, de la que se publicó con el título Envoyé, c´est pesé! una versión en  la que los crueles chinos rojos del argumento original se habían convertido en los buenos y los simpáticos chinos nacionalistas en tipos deleznables. Tal despropósito parecería proceder de un fervoroso comunista, pero es que tras el Luc-Paul Dael que firmaba la traducción se ocultaba ni más ni menos que Paul Claudel (1868-1955).

Como es fácil suponer a estas alturas del texto, efectivamente, el Raymond Chandler que firmó Vinyoli lo tradujo a partir una edición muy incompleta, mutilada, que había publicado Gallimard con el título Fais pas ta rosière! (1950), traducida por Simone Jacquemont y J. G. Marquet. Y en sus excelentes trabajos Linder señala tanto la atenuación que Viñoly lleva a cabo de los pasajes de lenguaje demasiado crudo o de tema sexual (sin duda para evitar la censura franquista), como los errores en que incurre al traducir del francés. Ello lleva indefectiblemente a pensar en cuántas novelas negras publicadas en España en esa época presentarán, además de los efectos de la censura, ese mismo problema derivado del uso de traducciones-puente. En el caso concreto de La hermana pequeña, esa misma traducción mutilada que tradujo Viñoly tuvo además varias ediciones en Bruguera, Orbis y Plaza & Janés, hasta que en 1995 Juan Manuel Ibeas Delgado corrigió esa traducción y restituyó los pasajes suprimidos para la edición de Debate.

Fuentes:

Jérôme Dupuis, “Romans americains, la traduction était trop courte”, L´Express, 24 de octubre de 2012.

Daniel Linder, The American Detective Novel in Translation. The translations of Raymond Chandler´s novels in Spanish, tesis doctoral, Universidad de Salamanca, 2008.

Daniel Linder, “Classic Chandler translations published by Barral Editores (Barcelona)“, 1611. Revista d´Història de la Traducció, núm. 5.

Daniel Linder, “The Censorship of Sex: A Study of Raymond Chandl er’sThe Big Sleep in Franco’s Spain”, TTR (Traduction, terminologie, redaction) vol. 17, numero 1 (1er semestre de 2004), pp. 155-182.

Wollanup, “Raymnond Chandler, les enquêtes de Philip Marlowe“, Moonwalker.


Tagged: Barral Editores, Carlos Barral, Gallimard, Joan Vinyoli, Raymond Chandler

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