A Miguel Aguilar, editor orwelliano en el mejor sentido
George Orwell (Eric Blair, 1903-1950) llevaba ya unos cuantos años haciendo sus pinitos literarios, tanto en prosa como en verso, cuando entró en contacto con uno de los editores más fascinantes y extraños de su tiempo, Victor Gollancz (1893-1967), a quien se puede considerar su descubridor para la literatura.

Victor Gollancz (1893-1967).
Gollancz se había formado como editor en Benn Brothers, que publicaba sobre todo revistas como The Fruit Grower y Gas World, y no tardó en convencer a sir Ernest Benn (1875-1954) para que le permitiera desgajar la división de libros (además de obtener una comisión y acciones en la compañía). La gran apuesta de Gollancz fue entonces la promoción y publicidad tremendamente agresiva para los tiempos que corrían, y obtuvo dos grandes éxitos en Benn Brothers. Por un lado, lo que se ha considerado luego uno de los antecedentes más claros de la serie Penguin, la Benn´s Sixpenny Library (cuyo impresionante catálogo puede consultarse aquí) y por otro lado los suntuosos libros ilustrados y de arte, como de The Designs of Léon Bakst for The Sleeping Princess (1923), uno de cuyos principales modelos eran las colecciones de Albert Skira, pero que según declaraciones de su colaborador Douglas Jerrold salían muy baratos de producción porque las láminas de colores eran fotografías de copias hechas por miniaturistas.

Dorothy L. Sayers (1893-1957).
A ello cabe añadir que captó para Benn Brothers a autores como la hoy llamada “abuela de Harry Potter”, Edith Nesbitt (1858-1924), o el gran H.G. Wells (1866-1946). Pese a llegar a ganar 5.000 libras al año, Gollancz ambicionaba convertirse en socio, e incluso empezaba a hablar ya de la empresa como Benn & Gollancz, pero al contar con la oposición de sir Benn y surgir algunas diferencias políticas con varios miembros de la familia Benn, en 1927 acabó marchándose de la editorial, llevándose consigo a una de las autoras más importantes de la casa, Dorothy L. Sayers (1893-1957), de quien a principios de este siglo Lumen recuperó algunas obras (El misterio del Bellona Club, Veneno mortal, Cinco pistas falsas, Un cadáver para Harriet Vane…).

Logo de Victor Gollancz
La política empresarial de Gollancz al montar su propia editorial pasaba por destinar el grueso de los ingresos a la publicidad, pagar a sus empleados sueldos muy bajos –incluso para los estándares del sector editorial–, acceder a dar préstamos o pagas extras cuando alguien se quejaba de ello, contratar preferentemente a mujeres (que tenían sueldos aún más cicateros), ofrecer a sus autores anticipos y porcentajes por derechos muy muy bajos (siempre a cambio de una publicidad extraordinaria) y recomendar a sus autores quitarse de encima a sus agentes, si los tenían, sirviéndose de la calumnia cuando era necesario. Por otra parte, fue un maestro (en el peor sentido) de los scouts más agresivos. De sus colaboradores en esas tareas ha quedado la imagen de una red de espionaje cuya principal función, al parecer, era detectar autores de cierto éxito que estuvieran descontentos con sus editores, y cuando los tenía en el punto de mira, Gollancz se lanzaba a por la presa sin muchos escrúpulos.

Stanley Morison (1889-1967) con James Wells (de Newberry) en los años sesenta.
No obstante, en el campo de la edición sabía muy bien lo que se hacía, y desde el primer momento contó con un maestro de maestros como diseñador de portadas, el gran Stanley Morison (1889-1967), que ha pasado a la historia por haber creado el tipo New Times Roman y ser autor de Principios fundamentales de la tipografía. Así, pues, los volúmenes producidos a muy bajo coste iban siempre con unas llamativas sobrecubiertas en un estilo muy moderno y rompedor, en los casos más conocidos con tipografía en rojo sobre fondo amarillo.

Ejemplo del diseño de sobrecubierta de Morison para Victor Gollancz.
Por su parte, en octubre de 1931 Eric Blair había acabado el libro en el que contaba sus experiencias por París, y al que, a instancias de T.S. Eliot (1888-1965), había añadido una segunda parte referida a la capital inglesa, Down and Out in Paris and London, libro que en español se ha traducido como Sin blanca en París y Londres (José Miguel Velloso, Destino) y como Vagabundo en París y Londres (Carlos Villar Flor, Menoscuarto). Ya en la concreción del título definitivo intervino Gollancz, que se cuenta entre los editores más intervencionistas de su tiempo, y además con una orientación muy determinada (en los años treinta, estalinista sin matices). Sin embargo, Gollancz no era la primera opción de Orwell, quien previamente había recabado las negativas de los editores Edward Garnett (de Jonathan Cape) y T.S. Eliot (de Faber & Faber), pero Mabel Fierz había hecho llegar una copia al agente literario Leonard Moore que acabó en manos de Gollancz, y durante el verano de 1932 se reúnen autor y editor para concretar, además del cambio de título, algunos aspectos del texto (en particular, la supresión de palabras malsonantes y la sustitución de nombres propios de personas que podían sentirse ofendidas) y un anticipo de sólo 40 libras esterlinas, con las que Gollancz hacía justicia a su fama de editor ultratacaño.

Edición del Left Book Club (destinada sólo a socios).
El libro apareció finalmente en enero de 1933, y pese a la favorable reacción de la crítica (JB Priestley fue uno de los críticos que se ocuparon del libro), sus ventas fueron muy modestas. Eso no desanimó a Gollancz, y si bien Harper & Brothers se le adelantó en Estados Unidos con la edición de Días en Birmania, en los años sucesivos le publicaría a Orwell La hija del reverendo (1935) y Que no muera la aspidistra (1936).
Sin embargo, las cosas se empezaron a torcer entre ellos a raíz de El camino de Wigan Pier, que Orwell envió a su editor en enero de 1936, unos meses antes de marcharse con destino a la guerra civil española. Ese mismo mes de enero se gestaba, durante un encuentro entre Gollancz, Stafford Cripps y John Strachey, uno de los proyectos más conocidos y exitosos de Gollancz, el Left Book Club (grandes tiradas de panfletos políticos disfrazados de ensayos a precios populares), una colección de marcada orientación estalinista que sin embargo pretendía presentarse como independiente de izquierdas. Significativo de ello es la norma que aplicaba Gollancz (de la que hay diversos testimonios, entre ellos el de Leonard Woolf), de cambiar siempre que era posible “la izquierda” por el “Partido Comunista”.

Portada de la primera edición de la biografía de Ruth Dudley Edwards.
En la interesantísima biografía que dedicó a Gollancz –de la que no tengo noticia que se haya publicado nunca en español–, Ruth Dudley Edwards (n. 1944) ofrece una explicación bastante convincente del debate interno que El camino de Wigan Pier provocaba en el editor (por entonces muy comprometido con el Partido Comunista, que a su vez estaba encantado con la existencia en Gran Bretaña del Left Book Club):
Victor [Gollancz] no podía soportar la idea de dejar escapar este libro, ni siquiera cuando Orwell rechazó su sugerencia de eliminar la segunda parte de la obra, que consideraba “repugnante”, antes de incluir la obra en el Club [el Left Book Club]. En este caso concreto, Victor, aunque eso le ponía bastante nervioso, decidió hacer caso a su instinto editorial y pasar por alto las objeciones del Partido Comunista. El compromiso al que llegó fue publicar el libro con una introducción repleta de apreciaciones positivas, críticas injustas y medias verdades.

Victor Gollancz
Es importante no perder de vista el contexto, los años treinta en Gran Bretaña, para entender hasta qué punto era importante para alguien como Gollancz la opinión del PC, pero cuando Orwell supo de la existencia del prólogo se encontraba ya en Barcelona, y desde el Hotel Continental de esa ciudad le escribía una interesante y quizás irónica carta fechada el 9 de junio de 1937 en la que le agradece este texto y lamenta no haber podido discutir las críticas que en él se plantean por encontrarse en la España en guerra.
Lo que tampoco sabía Orwell cuando escribe esa carta, en la que confiesa no haber visto todavía el libro, es que, a diferencia de la edición del Lef Book Club (marzo de 1937), la destinada al público en general (de febrero de 1937) incluía unas fotografías en cuya elección no había intervenido en absoluto. Por otra parte, ya había tenido que batallar para que el editor no le suprimiera las partes de la obra que consideraba más “conflictivas”. Eso, a tenor de la bibliografía manejada, parece responder bastante al modo de Gollancz de llevar los negocios.

George Orwell (Eric Blair)
A todo eso, si bien la previsión de Gollancz era un lanzamiento fulminante del Left Book Club que le permitiera alcanzar los 2.500 suscriptores en mayo de 1936, en esa fecha la cifra de suscriptores era de 9.000 y llegaría a tener a 57.000 que cada mes compraban un libro por media corona de entre los que elegían Gollancz, Strachey y el profesor de la London School of Economics Harold Laski, además de un número de Left Book News y el derecho a participar en diversas actividades culturales que organizaban. Por otra parte, es bueno saber que a mediados de los treinta, Gollancz disponía de diez criados en su casa de Ladbroke Grove, una casa de campo en Brimpton con tres jardineros a su cargo y un chófer siempre a punto.

Visto por Robert Stewart Sheriffs en la revista satírica The Punch.
El siguiente libro de Orwell (Homenaje a Cataluña) sería incluso más polémico para Gollancz y, en palabras de Miquel Berga, puso “definitivamente a prueba los precarios equilibrios entre autor y editor”. De hecho, al parecer en esos años Orwell se estaba ganando una reputación de buen escritor cuya integridad le convertía en problemático para los editores. Raymond Mortimer (1895-1980) rechazó algunos de los textos periodísticos de Orwell referentes a España en guerra destinados al New Statesman, Kingsley Martin (1897-1969) hizo exactamente lo mismo y a posteriori lo justificó con palabras bastante duras (“No lo hubiera publicado de ninguna manera, como tampoco hubiera publicado a Goebbels durante la Segunda Guerra Mundial”). Así pues, y pese al contrato que les ligaba por tres novelas más, Gollancz se apresura a advertir a Orwell que no está dispuesto a publicar “algo que podía perjudicar la lucha contra el fascismo”, aunque confía en que eso sea un caso singular en la relación que han establecido. Pese a que hasta entonces Orwell no ha obtenido ningún gran éxito de ventas, Gollancz no renuncia al que considera uno de sus descubrimientos.

Roger Senhouse y John Strachey.
Homenaje a Cataluña, de cuya primera edición (con una tirada de 1.500) aún había ejemplares a la muerte del autor, la publicó pues Secker & Warburg, una compañía recién creada a partir de una OPA de Fredric Warburg (1898-1981) y Roger Senhouse (1899-1970) sobre una editorial de quien había sido editor de D.H. Lawrence, Henry James y Norman Douglas, Martin Secker (1882-1978), que se encontraba en situación de quiebra. Además, intentaron, a veces con éxito, “robarle” a Gollancz otros autores de izquierdas que chocaban con la intransigencia de su editor.

Fredric Warburg
Sin embargo, los dos siguientes libros de Orwell, la novela Subir a por aire (1939) y los ensayos de Dentro y fuera de la ballena (1940), los publica de nuevo Gollancz, cosa que desconcertó un poco al escritor, quien pareció advertir en su primer editor un cierto cambio de rumbo ideológico. Y eso pareció confirmarlo The Betrayal of the Left: An Examination and Refutation of Communist Policy (1941), recopilación de ensayos de Gollancz, Harold Lasky, Strachey y Orwell, entre otros. En este libro, el editor confesaba haber publicado en Left Books Club libros de escaso valor sólo por el hecho de que respetaban la ortodoxia del PC y haber rechazado otros de izquierdistas valiosos sólo por el hecho de apartarse de la linea del Partido, y remataba: “Estoy completamente convencido, y lo estaba ya en aquellos tiempos, de que todo eso fue un error garrafal”. Por su parte, en Secker & Warburg intentaron retener a Orwell, y en 1940 le encargaron la edición de una colección de textos de pensamiento (“panfletos largos o ensayos breves”) mano a mano con T.R. Fyvel (1907-1985), que dio lugar a los Searchlight Books. La colección se estrena con El león y el unicornio (1941) del propio Orwell.
Bernard Crick ha contado sucinta pero solventemente los avatares que llevaron a la ruptura, más o menos amistosa aunque a regañadientes, entre Gollancz y Orwell a raíz de Rebelión en la granja. Eso no quita que más tarde Gollancz declarara que Orwell estaba “excesivamente sobrevalorado” (cosa que puede interpretarse como un modo de ejercer el derecho a pataleta). Orwell ya preveía que a Gollancz no le gustaría esa parabólica sátira del totalitarismo estalinista (enviárselo, tras el rechazo de Homenaje a Cataluña, le parecía “una pérdida de tiempo”), y así fue: “Me resulta imposible –escribió Gollancz– publicar un ataque tan general [a Rusia] de esa naturaleza”. Hubo unos contactos alentadores con Whitmann Press, la editorial del poeta Paul Potts (1911-1990), durante los cuales surgió la idea de añadirle el prólogo “La libertad de prensa”, que no saldría a la luz hasta 1971. Pero esos contactos no llegaron a buen puerto, y, en palabras de Bernard Cricks:
Fue entonces cuando Orwell visitó a Jonathan Cape, quien, después de leer la novela, reconoció que era magnífica, pero también que sería imposible publicarla en aquel momento. […] Cape expresa las esperanzas de publicar cualquier otra obra de Orwell, por más que éste estaba […] ligado a Gollancz por contrato.

Herbert Jonathan Cape
También Eliot elogió Rebelión en la granja, y en 1969 su viuda (Valerie Eliot, 1926-2012) publicó en The Times la luego muy citada carta en la que el poeta califica la novela de “destacada obra literaria y que la fábula está muy inteligentemente llevada gracias a una habilidad narrativa que descansa en su propia sencillez, cosa que muy pocos autores habían logrado desde Gulliver”. Como era de suponer, pues, Rebelión en la granja lo publicó Secker & Warburg, y lo hizo además con el apoyo de un muy elogioso informe de lectura escrito por Fyvel (codirector con Orwell de Searchlight), y fue también Secker & Warbug donde más adelante se editó el otro gran éxito de Orwell, 1984, después de que se produjera la ruptura con Gollancz, que Miquel Berga ha relatado con mucha precisión.

Martin y Kingsley Amis.
A partir de ese momento, coincidente con el final de la Segunda Guerra Mundial, Gollancz entra en una progresiva decadencia como editor que le lleva, por pura y simple ignorancia, a airar innecesariamente a Ludwig Wittgenstein, a ir perdiendo progresivamente a sus mejores autores o a poner por escrito que Lolita era “una novela de entretenimiento espiritual muy rara”, sin apenas valor literario ninguno y a rechazarla con cajas destempladas, aunque ello no fuera óbice para menospreciarla y atacarla por “pornográfica” en Bookman. La publicación de la primera novela de Kingsley Amis (La suerte de Jim, 1953), la de John Updicke Corre, conejo (1960) o el ensayo The Outsider (1956) de Colin Wilson hay que situarlos en el otro lado de la balanza de Gollancz.
En cambio, obtuvo un notable éxito como autor de libros y como activista político, pero esa ya es otra historia. Como también lo es la de la empresa, Victor Gollancz Ltd, hoy conocida sobre todo por haber publicado en los últimos años, además de grandes éxitos del manga como Dragon Ball, a autores como Terry Pratchet, Gene Wolfe o George R.R. Martin.

Calle Henrietta, n. 14 (Londres)
Fuentes:
Miquel Berga, “Orwell y sus editores. Apuntes para una historia sintomática”, en George Orwell, Homenaje a Cataluña, traducción de Miguel Temprano, Barcelona, Debate, 2011.
Miquel Berga, prólogo a Orwell en España (“Homenaje a Cataluña” y otros escritos sobre la guerra civil española), Barcelona, Tusquets, 2003. Texto consultable en la Fundación Andreu Nin.
Bernard Crick , “Como fue escrito el prólogo [a Rebelión en la granja], en George Orwell, Rebelión en la granja, traducción de Rafael Abella, Barcelona, Destino, 1973, pp. 9-25.

Edición en Faber & Faber (2012).
Ruth Dudley Edwards, Victor Gollancz. A biography, Londres, Faber & Faber, 2012. Hay una edición anterior: Londres, Victor Gollancz Ltd., 1987, que ganó el prestigioso James Tait Black Memorial Prize 1987.
Sheila Hodges, Gollancz. The Story of a Publishing House, 1928-1978, Londres, V. Gollancz, 1978.
John Simkin ha reconstruido el interesante catálogo de Left Book Club.
Alberto Lázaro, “La sátira de George Orwell ante la censura española”, en M. Falces Sierra, M. Díaz Dueñas y J.M. Pérez Fernández, eds., Actas del XXV Congreso AEDEAN (Universidad de Granda 13-15 diciembre de 2001), 2002.

Ed. en Menoscuarto.
George Orwell, Vagabundo en París y Londres, prólogo (“El bautismo literario de San Jorge (Orwell)”) y trad. de Carlos Vilar Flor, Palencia, Menoscuarto (Cuadrante Nueve, 16), 2010.
George Orwell, “La libertad de prensa”, en Rebelión en la granja, traducción de Rafael Abella, Barcelona, Destino, 1973, pp. 27-46.
Hilary Spurling, Sonia Orwell. La chica del departamento de ficción, trad. de Xoán Abeleira, Barcelona, Circe (Testimonio), 2005.
Todolibroantiguo, entrada dedicada a Stanley Morison.
Unos Tipos Duros, “Grandes Maestros de la Tipografía. Stanley Morison”, unostiposduros 10 de septiembre de 2002.
No he visto (y me he quedado con las ganas) los volúmenes Dear Timothy. An autobiographical letter to his grandsome by Victor Gollancz y More for Thimothy, being the 2 volume of the autobiographical letter by Victor Gollancz, Londres, Victor Gollancz, 1952 y 1953, que Ruth Dudley Edwards menciona y cita a menudo pero con suma prudencia.
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