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José Bergamín y su experiencia editorial en México (Séneca)

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A Sofía González Gómez y Cristina Somolinos, agradecido.

“Bergamín es en la España intelectual de hoy el representante más cabal de un pensar preocupado que se juega, y se lo juega todo, con la apariencia, para el frívolo, de simple diversión mental o verbal.”

Pedro Salinas

José Bergamín

José Bergamín (1895-1983) es, por su trayectoria y su obra intelectual (mucho más allá de la literaria), uno de los personajes más sugerentes, polémicos e inclasificables de la historia cultural española reciente, y, como no podía ser de otra manera, eso se refleja también en una de las empresas editoriales más importantes que llevó a cabo, Séneca, que se mantuvo en activo en México durante casi toda la década de los cuarenta.

Sin duda, la célebre colección Lucero quedará siempre como la cumbre de ese proyecto por la calidad estética y la importancia histórica de los títulos que en ella se publicaron: España, aparta de mí ese cáliz (1940), de César Vallejo e ilustraciones de Pablo Picasso; Piedras blancas (1940), de Pablo L. Landsberg, en traducción de Jesús Ussía, Eugenio Imaz y José Bergamín; Espejos de alevosías: Inglaterra en España y Fragmentos del diario de “el diplomático desconocido” (1940), de E. Dzelépy, con nota previa de Bergamín y traducción de Carlos Castilla; Memoria del olvido (1940), de Emilio Prados; la primera edición de Nabí, de Josep Carner; Niebla de cuernos: Entreacto en Europa (1940), de José Herrera Petere; Paseo de mentiras (1940), de Juan de la Cabada; La guerra empezó en España, de Julio Álvarez del Vayo, Literatura española. Siglo XX (1941), de Pedro Salinas, Detrás de la cruz. Terrorismo y persecución religiosa en España (1941) y El pozo de la angustia (1941), del propio Bergamín, Literatura española. Siglo de Oro, de Karl Vossler y prologada pòr José F. Montesinos, La ciudad de Henoc (1941), Cuenca ibérica (1943) y La enormidad de España (1945),  de Miguel de Unamuno y prologados los tres por Bergamín…

Aun así, no dejan de tener interés otras colecciones, como Estela, Árbol o Laberinto, y no deja de ser significativo que de estas cuatro principales colecciones surja con facilidad el acrónimo LEAL, pues como indicó una de las principales especialistas en Bergamín, Teresa Santa María, “”ya nos sugiere que no tienen otra finalidad que servir a la causa republicana española”.

Víctor Díaz Arciniega ha escrito acerca de esta trayectoria:

La de Séneca no es una historia convencional debido a su origen, a los hombres que integran su organización y a los recursos materiales con que opera; también y sobre todo, debido a sus vínculos formales y a sus objetivos trazados ambos ligados a una concepción que pretende institucionalizada e institucionalizante.

Quizá quien con más detenimiento se ha ocupado de esos rasgos que singularizan a Séneca haya sido Gonzalo Santonja en el magnífico libro que dedicó a esta editorial, pero en un breve resumen pueden identificarse esos “vínculos formales” con la Casa de Cultura Española (un  proyecto de la Junta de Cultura Española) y la revista España peregrina, fundadas por Bergamín en febrero de 1940, así como sus relaciones con el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE).

Manuel Altolaguirre y Emilio Prados.

Si bien la concepción del proyecto puede situarse en Francia en el primer semestre de 1939, acerca de las personas vinculadas a la empresa la escritura fundacional, fechada el 12 de enero de 1940, puede dar algunas pistas. Junto a Bergamín como director técnico, figuran inicialmente personajes singulares como como el periodista Jay Allen (posteriormente sustituido por el conocido coleccionista de arte Miles Beach Riley, hermano de la célebre actriz Dolores del Río), el cineasta de origen vasco Eduardo Ugarte Pagès, el médico y científico valenciano José Puche Álvarez, el editor mexicano Daniel Cosío Villegas (que abandona pronto para centrarse en el Fonde de Cultura Económica) o el escritor también mexicano Alfonso Reyes.

También muy ilustrativo es el equipo editorial, curiosamente casi por completo de origen andaluz, que Bergamín crea a su alrededor: el filósofo e historiador José María Gallegos Rocafull (1899-1963), el poeta y tipógrafo Emilio Prados (1899-1962) y el pintor Manuel Rodríguez Luna (1910-1985), quien había logrado salir del campo de concentración de Saint Cyprien gracias a las gestiones de Joan Miró y Pablo Picasso.

Junto a los títulos ya mencionados y a la recuperación de algunos otros de clásicos anotados procedentes de la colección Signo (dirigida en la España republicana por Dámaso Alonso y Pedro Salinas), es curiosa la presencia de títulos vinculados a la posesión de los derechos sobre la obra de un grupo de investigación médica presidido por Antonio Aubanza.

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Federico García Lorca (1898-1936).

Sobre todo en los primeros años, antes de entrar en una crisis económica de la que no logró recuperarse, la actividad de Séneca es muy intensa y exitosa en términos de calidad bibliográfica. Sin embargo, el punto culminante muy probablemente sea la compleja y accidentada primera edición de Poeta en Nueva York, libro del que el propio Bergamín había sacado de España una copia que le había entregado el poeta granadino al poco de iniciarse la guerra civil. Esta edición aparece en Séneca en la colección Árbol con cuatro dibujos originales de García Lorca y con las adiciones de un poema de Antonio Machado y un prólogo de Bergamín (con colofón del 15 de junio), poco después por tanto, al parecer, de la traducción de Rolfe Humphries publicada en Nueva York por Norton (fechada oficialmente el 24 de mayo). Y ese orden de publicaciones parece responder a una cuestión de derechos de autor, pues el orden y disposición de los poemas parece demostrar que Norton trabajó con el manuscrito que Bergamín les remitió durante el verano de 1939.

Por otra parte, entre las ediciones frustradas, una de las más interesantes y que incluso llegó a anunciarse es el encargo que se le hizo al historiador Josep Maria Miquel i Vergés (1903-1964) de antologar por extenso “la poesía y el pensamiento catalán”, para el que estaba previsto un prólogo del filósofo, pedagogo y poeta Joaquim Xirau (1895-1946). Gonzalo Santoja se ha ocupado por extenso y con gran cantidad de detalles en el muy completo libro que dedicó a la editorial, así como a los entresijos de la edición de las Obras completas de Antonio Machado (“una edición modélica, muy por encima de lo que cabria esperar”), al cuidado tipográfico de Emilio Prados, o las tribulaciones (y el choque con Juan Ramón Jiménez) que conllevó la antología Laurel, preparada, por lo menos nominalmente, por Prados, Juan Gil-Albert, Xavier Villaurrutia y Octavio Paz, aparecida en la colección Laberinto en 1941, un generoso volumen de 1.134 páginas.

Es evidente que la editorial Séneca ocupará el lugar que le corresponda en función de la calidad, volumen e importancia de sus ediciones, pero no deja de ser interesante e instructiva la cuantiosa información referida a costos (“eran, sin duda, libros caros, o hasta carísimos”) tiradas, ventas, sueldos, etc. que Gonzalo Santonja reproduce en el apéndice de Al otro lado del mar. Bergamín y la editorial Séneca (México, 1939-1949).

Fuentes:

Víctor Díaz Arciniega, “Séneca, una casa para la resistencia”, Trama & Texturas, n. 24 (septiembre de 2014), pp. 109-131.

Gonzalo Penalva, Tras las huellas de un fantasma. Aproximación a la vida y obra de José Bergamín, Madrid, Turner, 1985.

Gonzalo Penalva, ed., Homenaje a José Bergamín, Madrid, Consejería de Educación y Cultura de la Consejería de Madrid, 1997.

Gonzalo Penalva, “José Bergamín y Poeta en Nueva York, en Milagros Rodríguez Cáceres, Felipe B. Pedraza y Pedro Provencio Chumillas, coords., Manojuelo de estudios literarios ofrecidos a José Manuel Blecua Tejeiro por los profesores de enseñanza media, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 1983, 1983, pp. 185-194.

Teresa Santa María, “Un poeta y editor leal”, Quimera, núm. 162 (octubre de 1997), pp. 7-78.

Gonzalo Santonja, Al otro lado del mar. Bergamín y la editorial Séneca (México, 1939-1949), Barcelona, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, 1997.


Tagged: Emilio Prados, José Bergamín, Séneca

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