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José Corti, editor modélico y personaje literario inolvidable

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José Corti: un être rare, inconnu ou presque du grand public.Mais un modèle: l’éditeur qui n’a jamais publié ce qu’il n’aimait pas. Et il n’aimait que l’écriture la plus haute, la création la plus aiguë, la littérature la plus noble.
Gérard Guillot, Le Figaro

 

Que el azar en la historia editorial existe no es ningún secreto. Es más, tiene un papel protagonista en algunos de sus episodios más interesantes.

José Corti.

Fue el caso del descubrimiento de un autor hoy muy apreciado como Julien Gracq (Louis Poirier, 1910-2007), cuya primera narración, Au chateau dArgol (1938), fue rechazada por Gallimard, en una etapa en que esta poderosa editorial se estaba cubriendo de gloria con algunos rechazos sonados (Gide rechazando a Proust, Coupeau vetando a Jean Cocteau, Malraux rechazando la biografía  que Boris Souvarin escribió de Stalin, Benjamin Crémieux desdeñando a Céline…). Sin embargo, Poirier tuvo la enorme suerte de enciontrarse con un editor como José Corti, que se la jugó en serio y que contó este episodio en unas deliciosas pseudomemorias tituladas Souvenirs désordennés: “¿Acaso no es normal rechazar el plato que otro ha devuelto ya a la cocina? El plato que alguien no ha querido probar no es necesariamente malo.”

José Corti (José Corticchiatto, 1895-1984) se había ganado por entonces un exquisito prestigio, pero muy poco dinero. En 1925 se había instalado como librero y ocasional editor en la mítica calle Clichy (número 6) y no tardó en convertirse en una de las piezas fundamentales del triunfo del surrealismo literario al ocuparse de algunas revistas y manifiestos importantes (Le Surréalisme au service de la Revolution, 1930-1933; , así como de las obras de autores como Louis Aragon (La peinture au défi, 1930), André Breton y Paul Élouard (L´Immaculade Conception, 1930), Breton, Élouard y René Char (Ralentir travaux, 1930)  y poco unos años después, ya durante la guerra civil española, Salvador Dalí (Métamorphose de Narcisse, 1937).

André Breton, René Hislum, Louis Aragon y Paul Élouard en 1920.

En aquellos años llega a un punto en que Corti se queda sin liquidez (por su manía de pagar al contado, según explica), pero se ve incapaz de dejar pasar la oportunidad de dar a la imprenta el libro de quien no tardaría en ser conocido como Julien Gracq:

Para decirlo en pocas palabras, me sentía atrapado entre mi deseo de publicar ese libro y la imposibilidad material de hacerlo, por lo que decidí mandar una carta al autor que me dolió mucho tener que escribir, porque podía tomarme por un burdo comerciante de papel impreso. Y la cuestión era, ¿podía él aceptar, contra toda práctica razonable, participar en los gastos de edición?

Poirier (Gracq), no tardó en responder afirmativamente, y en los años sucesivos se convirtió en el puntal que situó a José Corti en el mapa de la edición francesa, componiendo uno de los ejemplos más claros y longevos de la relación de mutua fidelidad entre autor y editor, que se extendió tanto a la obra narrativa como a la ensayística, a la dramática y a la poética: Un beau ténébreux (1945), Libertad grande (1946), André Breton (1948), El rey pescador (1948), La literatura como bluff (1950)… y así hasta el fenomenal y en buena medida inesperado éxito que supuso El mar de las Sirtes (1951), galardonada con el Premio Goncourt (quizá por entonces la más alta distinción que podía obtener una novela), que Gracq ya había anunciado que no aceptaría, alegando que apreciaba su existencia como escritor discreto ajeno a las modas y a la atención mediática. Como es de suponer, eso no hizo más que alentar el escándalo y las diatribas contra lo que, en algunos medios, se consideró un abuso de poder.

Julien Gracq.

El caso Jacq-Corti es además indicativo de la filosofía que marcó ya para siempre el perfil de la casa: apuestas a menudo muy arriesgadas por autores desconocidos que concebían la literatura como un arte en el que la experimentación tiene cabida, por lo que, lógicamente, las primeras ediciones suelen ser de tiradas muy cortas, y apuestas decididas y a menudo sostenidas por esos autores dispuestos a mantener su compromiso con una investigación estética a un a cambio de unas ventas muy exiguas.

Por el camino, antes del Goncourt, Corti había publicado algunos otros libros importantes, como el Lautréamont (1939), de Gaston Bachelard o la edición de Jacques Crépet y Georges Bin de Las flores del mal (1942) de Baudelaire, y sobre todo había vivido muy de cerca los efectos de la Ocupación nazi, ante la cual se convirtió, con las Éditions du Minuit de Jean Bruller y Pierre de Lescure, en la gran editorial de obras clandestinas.

Jean Ballard con Marcel Pagnol, directores de Cahiers du Sud.

La hecatombe llegó, según lo cuenta el propio Corti, cuando en 1944 recibió al escritor Jean Le Lionnais (1901-1984), que llegaba recomendado por el escritor y editor de Les Cahiers du Sud Jean Ballard (1893-1974), y que se instaló en la librería, adonde se hizo mandar el correo y donde recibía a numerosos miembros de la Resistencia, lo que despertó la malsana curiosidad de la Gestapo. Poco después, tras ser sometido Le Lionnais a tortura, el episodio se saldó con la detención de la esposa de Conti (que al final de la guerra consiguió regresar a París tras pasar por los campos de trabajos forzados alemanes) y de su hijo Dominique Cortichiatto, de diecinueve años, que tras su paso por la prisión de Fresnes fue deportado a un campo de exterminio del que nunca regresó. En una excelente novela (Lutetia) cuya publicación en España ha anunciado la editorial Navona en el momento de escribir estas líneas, el crítico literario y escritor Pierre Assouline ha recreado de forma espléndida la angustia de Corti en su búsqueda desesperada de su familia al término de la guerra, con lo que inmortalizó a un editor del mejor modo que cabe imaginar, convirtiéndolo en un espléndido personaje literario.

Fuentes:

La web de José Corti, aquí.

Pierre Assouline, Gaston Gallimard. Medio siglo de edición francesa, Valencia, Edicions Alfons el Magnànim (Debats 3), 1987.

Pierre Assouline, Lutetia, París, Gallimard, 2005.

José Corti, Souvenirs désordennés, París, José Corti, 1983.


Tagged: Gallimard, José Corti, Julien Gracq, Louis Poirier

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