
Logo de la editorial, obra de Frederic Amat.
En los últimos años, pocas editoriales habrán dejado oír su eco con tanta fuerza, después de desaparecidas, como los Libros del Silencio, la aventura emprendida por Gonzalo Canedo (1955-2013) y que se desarrolló en apenas tres años (2009-2013).
Si bien llevaba desde los dieciocho años vinculado al mundo del libro, en su vertiente comercial, no fue hasta cumplidos los treinta y siete que Canedo decidió poner en marcha su proyector personal, que desde el primer momento fue muy bien acogido tanto por la prensa como por los libreros y lectores. Desde su base en Barcelona (ciudad a la que se había trasladado en 1992, desde su Galicia natal), desplegó una intensa actividad como escaparate de nuevas voces literarias (sobre todo narrativas, pero también ensayísticas y poéticas), así como de divulgador de textos olvidados.
Libos del Silencio también sirvió a Canedo para estrechar lazos con sus raíces, y quizá la mejor y más exitosa expresión de esta vertiente sea la publicación de la obra poética de Lois Pereiro (Luis Ángel Sánchez Pereiro, 1958-1996), que había ido publicando con regularidad su obra en las coruñesas Ediciós Positivas y de quien aparecieron en el catálogo de Libros del Silencio la Obra completa (2011) en edición bilingüe y Poesía última de amor y enfermedad, 1992-1995 (2012) (ambos con prólogos de Pere Gimferrer, introducciones de Xosé Manuel Pereiro y en traducciones de Daniel Salgado. Y no sólo por la importancia intrínseca de estos libros, sino sobre todo porque abrieron el camino a otros de Pereiro, como Antoloxia poética (2011) y Naufragos do paraíso (2011), editados por Daniel Salgado para Galaxia (aparecidos originalmente en Positivas), Poesia completa (2011), preparada por Ana Acuña, y Modesta proposición para renunciar a facer xirar a roda hidráulica dunha cíclica historia universal da infamia e outros ensaios (2011), ambas en Xerais o Akaberako poesia amodioaz eta gaitzaz, 1992-1995 (2013) en Berriozar (en traducción al euskera de Joxemari Sestorain).

El escritor y editor Carlos Casares.
Sin embargo, la presencia en Libros del Silencio de escritores gallegos –ya sean de expresión gallega o española– es también significativa: De Carlos Casares (1941-2002) se publicó, en traducción del propio Casares y de Xesús Rábade Paredes, un volumen de Narrativa breve completa precedida de un prólogo de Juan Cruz; de Julio Camba (1882-1962) se recuperaron Haciendo de República y artículos de la guerra civil, que contiene textos escritos originalmente para el periódico Abc de Sevilla que no llegaron a publicarse en su momento, y mención aparte merece Celso Castro, que si bien había publicado ya Dos noches (Ópera prima, 2001) y El cerco de Beatrice (Ediciones del Viento, 2007). tuvo por primera vez una repercusión crítica y de lectores de veras importante con las novelas El afinador de habitaciones (que incluye además el relato “La Cuervo”) (2010) y Astillas (2011); ya bajo la égida de la agencia literaria ACER y desaparecidos los Libros del Silencio, su siguiente obra, Entre culebras y extraños (2015), la publicó Destino.

Celso Castro.
Sin embargo, este “galleguismo” es sólo uno de los aspectos interesantes de Libros del Silencio. Si los casos de Celso Castro, Donald Ray Pollock y Patrick de Witt pueden ejemplificar esos aludidos descubrimientos de nuevas voces para el lector español, la recuperación de autores incluye a escritores tan singulares y alejados estéticamente entre sí como Francisco de Quevedo (1580-1645), de quien se publicó Poesía inédita de cuya atribución existían dudas, Anton Chéjov (1860-1904), de quien se reunió Sobre el teatro: artículos y cartas, Ladislav Klima (1878-1928), Las desventuras del príncipe Sternenhoch, Der Nister (1884-1950)…
En cuanto a las recuperaciones, como unos pocos ejemplos significativos, de Colin Wilson se reeditó Ritual en la oscuridad (de la que Luis de Caralt había publicado en 1976 una traducción de Francesc Elías), de Francis Wyndham se reunieron El otro jardín y relatos completos (que acaso sólo se habían publicado parcialmente en catalán y dispersos) y Francisco Rico se ocupó de prologar la reedición de Función en el colegio, en la traducción de Ángel M. Bécquer que con el título Festival en el colegio José Janés había publicado ya en 1942 (con ilustraciones del nunca suficientemente justipreciado Jaume Pla).
Esta enumeración quizás un poco caótica de títulos pudiera dar a entender una cierta diversidad desordenada, pero salvo en la colección Singular la estructura era muy clara y la filosofía (o política editorial) se centraba en la búsqueda de textos valiosos e insólitos y los organizaba básicamente por géneros literarios: Miradas (narrativa), El Arte de la Discusión (ensayo), Contracorriente (textos narrativos y ensayísticos heterodoxos) y Preciosa y el aire (poesía).
Vista con esta distancia, aún corta, resulta asombroso que en tan poco tiempo se lograra publicar algo más de un centenar de títulos, con un abanico tan amplio de intenciones. Menos sorprendente es que, una vez fallecido Canedo, la editorial resultara financieramente inviable y desapareciera en enero de 2013. Como suele decirse de los grandes creadores, y en este caso con toda razón, siempre quedará su obra.
Recomendación final en forma de vídeo, aquí.
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