Corría el año de 1998, cuando empezó a gestarse una iniciativa de colaboración internacional entre editoriales independientes que desempeñó un papel destacado en el asentamiento en la lengua española del término bibliodiversidad. En mayo de ese año establecían acuerdos de colaboración, y sobre todo de búsqueda de espacios de cooperación, las Ediciones Era (México), Lom Ediciones (Chile), Txalaparta (Euskal Herria) y Trilce (Uruguay), que con el paso del tiempo llevaron a cabo coediciones, así como la coordinación de actividades culturales y de publicaciones.
Lógicamente, había detrás una coincidencia en la concepción de la función que debe desempeñar el editor y una conciencia común de los retos a los que se enfrentaba la edición independiente a finales del siglo xx, en un escenario en que las grandes corporaciones de la comunicación habían ido ganando terreno. Una primera coincidencia evidente, a simple vista, era la edad muy similar que por entonces tenían estas editoriales, con la salvedad de Ediciones Era, la más veterana, creada en 1960 por los hermanos Quico, Jordi y Neus Espresate, Vicente Rojo y José Azorín.

Editorial Trilce, 1994.
La inmediatamente menor, Trilce (cuyo nombre remite al título del célebre poemario del peruano César Vallejo), se creó en 1985 y en sus primeros años se decantó principalmente por la narrativa (novela y cuento), pero poco a poco fue dedicando mayor atención al ensayo en un sentido muy amplio (cultural, político, económico, filosófico), así como a la poesía (André Breton, Jorge Palma, Fernando Aínsa) y al teatro (Molière, Beckett, Koltès). Entre sus primeros títulos se contaban, por ejemplo, Son cuentos chinos (1986), de Luisa Futoransky, La rebelión de los niños (1987), de Cristina Peri Rossi, con prólogo de Julio Cortázar, Anticonfesiones de un cristiano (1988), de Luis Pérez Aguirre, una amplia antología de literatura erótica (Cuentos de nunca acabar, 1988), que reunía obra de Fernando Butazzi, Eladio Rodríguez Barilari, Alfredo Zitarrosa, Elena Rojas, Elvio Gandolfo, Juan Capagorry, Teresa Porzecanski, Miguel Ángel Campodonico. Mario Benedetti, Silvia Lago, Víctor Cunha y Juan Carlos Mondragón, o Recuerdos olvidados (1988), de Benedetti.

Lom Ediciones, 1998.
Lom (que en lengua yagán significa “sol”) se funda en 1990 (cinco años después que Trilce), con el objetivo principal de recuperar la memoria histórica, en un sentido amplio, del Chile de finales del siglo xx. Apoyándose en un amplio y prestigioso comité editorial (Mario Garcés, Tomás Moulián, Hernán Soto, Ximena Valdés, Verónica Zóndek, etc.), entre los primeros títulos que publicó se cuentan Tahuashando. Lectura mestiza de César Vallejo (1991), de Jorge Guzmán; Gigantes con pies de barro. Análisis del sistema de partidos en Chile (1992), de Claudio Quiróz, o Antihistoria de un luchador, libro de Mónica Echevarría dedicado a la figura del activista y dirigente sindical Clotario Blest (Clotario Leopoldo Blest Riffo, 1899-1990), a los que más adelante se añadiría una pléyade de obras literarias importantes de Federico García Lorca (Romancero gitano, 1998), Augusto Monterroso (Llorar orillas del Mapuche, 1999), César Aira (La serpiente, 2001, y Un episodio en la vida del pintor viajero, 2002), Mijail Bulgakov (Morfina, 2002; Corazón de perro, 2004, y Relatos satíricos, 2014), Mia Couto (Ángeles borrachos, 2005), Georges Perec (una nueva traducción, de Gloria Casanueva y Hernán Soto, de W o el recuerdo de la infancia, 2005), León Tolstói (Hadzi Murak, 2006), Walter Benjamín (La dialéctica del suspenso, 2009)…, además de alguna perla sobre el mundo de la edición y la lectura como es ¿La muerte del libro? (2011), de Roger Chartier.
Un poco más complejos son los primeros años de Txalaparta (nombre del tradicional instrumento de percusión vasco), que si bien se crea dos años después que Trilce (en 1987), se refunda tres años después del nacimiento de Lom (es decir, en 1993).
Su origen está en Altaffaylla, una sociedad cultural creada en 1985 y destinada sobre todo a la publicación de libros de tema navarro, de la que algunos éxitos (particularmente el del libro colectivo De la esperanza al terror. Navarra 1936) llevaron al escritor José Mari Esparza a unirse a Juanjo Marco para crear una editorial más ambiciosa y profesionalizada.
Txalaparta arrancó con una serie de ensayos muy rompedores y combativos, como es el caso de ETA, historia política de una lucha armada (1988), de Luigi Bruni, Herrera, prisión de guerra (1990), de Anjel Rekalde o Hacia la libertad de Irlanda (1991), del presidente del Sinn Féin Gerry Adams, pero también con algunas novelas, como Sofía de los presagios (1991), de la nicaragüense Gioconda Belli.
Desde entonces ha desarrollado una enorme actividad que ha cristalizado en los formidables catálogos de colecciones como Txoi (“esperar”), dedicada al libro infantil ilustrado, Axuri Beltza (“oveja negra”), literatura juvenil, Rabel, centrada en el ámbito de la música, Klasikoak (John Reed, Jesús Galíndez, Baroja), y sobre todo, quizá las más conocidas, Gebara, donde ha publicado en español a autores como Chomsky y Edawrd Said, entre otros, y Amaiur (“madre tierra”), donde ha aparecido la versión en euskera del exitoso Made in Galiza, de Sechu Sende, un buen puñado de traducciones al español de la escritora de origen caribeño Jamaica Kincaid (n. 1949), así como traducciones al euskera de obras de Chuck Palahniuk, Hanif Kureishi, Yasar Kemal, George Orwell, Charles Bukowski, Ray Bradbury, Irene Nemirovsky, si bien sin duda los lectores duros de novela negra la conocen sobre todo por las impactantes novelas de Paco Ignacio Taibo (entre las que se cuentan las dedicadas a la entrañable Olga Lavanderos Sintiendo que el campo de batalla, 1997, y Que todo es imposible,1998).
Ya se habrán advertido ciertos lazos de parentesco entre estos catálogos (con los que también está hermanado el de Era), pero por supuesto no acaban tampoco aquí las coincidencias. Txalaparta define del siguiente modo sus objetivos:
dar a conocer la realidad cultural y social de Euskal Herria, mantener la memoria histórica, defender la diversidad, promover la solidaridad de los pueblos y acercar a sus lectores otras realidades del mundo, por medio de la literatura, el ensayo o la biografía.
Y, de hecho, con muy ligeras variaciones (apenas un cambio de topónimo, en realidad) esta explicación bien podría valer para caracterizar a los cuatro miembros de Editores Independientes (y en alguna medida también L´Alliance des Éditeurs Indépendents, a la que pertenecen).
Iniciativas como una muy bien seleccionada colección de libros de bolsillo (similar a la célebre Enlace barcelonesa, si bien en este caso el mayor peso lo lleva Era), o un política de coediciones, en que a veces se alían dos, tres o las cuatro editoriales, ha dado como resultado un excelente catálogo en que figuran Elena Poniatowska, Isaac Babel, Pushkin, José Revueltas, Roy Berocay y Hugo Achugar, entre otros autores que no siempre han tenido la proyección que merecen.
Otra coincidencia la constituyen las iniciativas y estrategias destinadas a facilitar el acceso a la lectura y la búsqueda de una fidelización de los lectores, que a estas alturas han podido hacerse una clara idea de los diversos proyectos como para saber si están interesados y dispuestos a dar su apoyo. En el caso de Txalaparta, su Club de Lectores, nacido inicialmente como un servicio de libros a domicilio, ha crecido para incluir ofertas de otras editoriales independientes, sobre todo vascas, con descuentos del 20 % y sin gastos por suscripción. En el caso de Lom se trata de la Comunidad de Lectores, con un planteamiento similar pero con una cuota de suscripción (a partir de una revista da acceso a un libro mensual). Esta misma filosofía inspiradora se manifiesta, en el caso de Trilce,en su servicio –destinado sobre todo a investigadores y estudiosos– de libros de sus autores que se ofrecen de forma gratuita en pdf con la única petición de ser informados de ello (y, obviamente, siempre que se descarguen sin ánimo de lucro).
Como consignan en su presentación estos Editores Independientes:
En el punto de partida de Editores Independientes hay varios denominadores comunes. Principalmente, una concepción editorial con un fuerte carácter cultural, la convicción de que la inteligencia y la crítica son indispensables en cualquier sociedad y de que los libros valiosos deben apoyarse por encima de su desempeño en el mercado.
Visto con cierta perspectiva, es realmente meritorio el camino recorrido por esta alianza de editores combativos.

Txalaparta, 2003.
Fuentes:
Web Alliance des Éditeurs Indépendants.
Web Ediciones Era.
Web Ediciones Trilce.
Web Lom Ediciones.
Web Txalaparta.
“L´Alliance des éditeurs indépendents”, La voix des Libraires, n. 29 [noviembre de 2003).
Anna Damnieli “Edición independiente: estrategias para la diversidad”, en Carlos Moneta,
ed., El jardín de los senderos que se encuentran: Políticas públicas y diversidad cultural en el Mercosur, Montevideo, Unesco, 2006.
Itsaso Millán, “Txalaparta cumple veinte años“, procedente de Diario de Noticias, consultado en la entrada del 7 de diciembre de 2008 en Gerinda Bai.
Tagged: Ediciones Trilce, Editores Independientes, Era, Lom Ediciones, Txalaparta
