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José Manuel Lara Hernández, primeros “trapicheos” y “golpes bajos”

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Si se repasa la adolescencia y primera juventud de José Manuel Lara Hernández (1914-2003), resulta un tanto paradójico que acabara al frente de uno de los grandes imperios editoriales del siglo xx. Según el resumen que de ello hizo Màrius Carol:

Primero entró en un taller de mecánico ajustador y se cansó, luego empezó en una droguería y se siguió cansando, hasta que por último se decidió por la carpintería, pero también lo dejó si bien no parece que fuera por agotamiento. Finalmente fue su padre quien se cansó del chico y lo mandó a Madrid con dieciséis años.

Celia Gámez (1905-1992).

Pero no acabó este periplo en Madrid, adonde llegó en 1930 para entrar al poco tiempo en la compañía de revista de Celia Gámez como bailarín de claqué, dedicarse luego durante un breve tiempo a la venta de galletas e ingresar en 1935 en el Ejército y posteriormente en la Legión, en la que no tardó en obtener el rango de oficial. Licenciado en Barcelona, una vez concluida la guerra civil española–que no hará falta decir que libró en el banco franquista–, estuvo un tiempo empleado en la empresa italiana Pirelli,  hasta que, una vez ya casado, creó con su esposa una academia de enseñanza general y oposiciones, cosa que no tardó en descubrir que exigía mucha dedicación y daba pocos ingresos, pero que puede considerarse su primer acercamiento profesional a la letra impresa.

Entrada de la Legión en Barcelona en 1939.

Entre las frases célebres de Lara se cuenta aquella según la cual “el negocio que no da para levantarse a las once de la mañana, ni es negocio ni es nada”, que contribuye a esclarecer los motivos que le llevaron al mundo de los libros. Volviendo a Carol:

Lara no estaba satisfecho con sus academias y sus trapicheos y un buen día, aburrido de una vida sedentaria, monótona y pobre, se enteró de que el catedrático Félix Ros vendía una pequeña editorial llamada Tartsesos.

Félix Ros (1912-1974)

Félix Ros (1912-1974)

Así pues, el 26 de junio de 1944 José Manuel Lara Hernández se hizo con la empresa creada por el traductor, periodista escritor y editor falangista Félix Ros, y basta con una ojeada distraída a los libros que publicó a partir de entonces para advertir que en ella los principales colaboradores de José Manuel Lara fueron el traductor y agente literario de origen húngaro Férenc Oliver Brachfeld (1908-1967) y quien sería uno de los miembros del primer jurado del Premio Planeta (y firmante de numerosas traducciones en esa época) José Romero de Tejada. No deja de ser también indicativo del carácter de Lara que una de las primeras cosas que hiciera con la editorial recién adquirida fuera cambiarle el nombre por el de Editorial Lara.

Lara como miembro del primer Premio Planeta (1952), con Bartolomé Soler, Romero de Tejada, Tristán la Rosa, Pedro de Lorenzo, González Ruano y Gregorio del Toro.

 

Lo cierto es que, si alguna mano se adivina en los títulos publicados entre el momento de la compra y el de su paso a manos de Josep Janés (1903-1959) es la de Brachfeld, quien había traducido ya obras para Ros en Tartessos. Basta comparar los títulos de Tartessos con los de Editorial Lara para darse cuenta de ello. Pero una de las primeras cosas que hacen (Lara, e intuyo que no por su cuenta y riesgo sino asesorado por Brachfeld) es desmontar la estructura de colecciones.

Somerset Maugham (1874-1965).

Estas eran las nueve de Tartessos en 1943: Grandes Narradores Contemporáneos (Joyce, Maugham, Roger Vercel), Narradores Eternos (Jane Austen, Goncharov), El Molino y la Rosa (Los papeles póstumos del Club Pickwick), Penélope (Maurois, Fratelli), Amadís (donde publicó a Azorín y Unamuno), Noche en Vela (El puente de San Luis Rey de Thornton Wilder, Dickens), Muérdago (Bécquer, Maupassant) Seis Delfines (Maugham, Chesterton, Baring, Maurois) y Áncora de Salvación (Iván Bunin).

Entre las colecciones de Editorial Lara, en la que cobran importancia las literaturas nacionales como criterio, se cuentan en cambio una llamada Voces de Francia (que se estrena con Tragedia en Francia, de Maurois, en traducción de Brachfeld), Novelas Húngaras (donde se publican dos títulos de Lajos Zilahy y El error, de Ferenc Körmendi) y Pequeñas Obras Maestras (narrativa breve de Thomas Mann y de Maurois traducidas ambas por Brachfeld), así como dos colecciones con nombres que hoy pueden sonar un tanto new age avant la lettre, Horizonte (varios títulos de Maugham, en versión de Romero de Tejada ) y Amanecer.

Y si la colección de Tartessos Seis Delfines publicó en su Biblioteca de Escritores Hispánicos el Sintiendo a España, de Azorín –que ya se había anunciado en la empresa conjunta de Ros y Janés como de próxima aparición en la colección Rosa de Piedra–, en la Editorial Lara se le publica al mismo autor la novela histórica Salvadora de Olbena (1944), cuya publicación coincide en el tiempo con otra (¿pirata?) en las zaragozanas Ediciones Cronos. Sin embargo, aunque indicativa, en realidad la presencia de autores españoles no es importante ni en uno ni en otro caso. En Editorial Lara se limita a  Francisco Fernandez Mateu (Después de la vida y antes de la muerte, 1944), quien al año siguiente fundaría la editorial Mateu, el ínclito César González Ruano (Imitación del amor y Poder relativo, 1946), el escritor un tanto demodé Bartolomé Soler (Karú-Kinká, 1946) y el periodista y escritor Manuel Pombo Angulo (En la orilla, 1946).

De todos modos, es difícil aquilatar a partir de 1946 son elecciones de la etapa Lara y cuáles de Janés, que compró la empresa en unas circunstancias que Francisco Candel resumió en uno de sus libros de memorias:

Josep Janés la compró, se dijo que por un millón de pesetas, cantidad archirespetable en aquellos tiempos. Con la compra de L.A.R.A., Janés eliminaba a alguien de la competencia –aparte de adquirir su fondo editorial, ya que Lara no podría usar si nombre editorialmente.

Shanghai Hotel, de Vicki Baum, en L.A.R.A.

Y, a su vez, Janés le cambió el nombre a L.A.R.A., bromeando en privado acerca de su significado: Los Autores Realmente Antifascistas, pero es muy probable también que lo que le interesara fueran algunos autores de ese catálogo (y particularmente Chesterton, Somerset Maugham, Zilahy y Maurois, a los que había publicado ya o publicaría reiteradamente en los años siguientes), pues con el tiempo le permitirían crear colecciones tan exitosas como sus volúmenes de Maestros de Hoy, cuyo logo remite, no de un modo inocente, a la emblemática y excelente colección La Rosa de Piedra.

Según ha referido Manuel Lombardero, durante muchos años mano derecha de Lara Hernández, “Lara se había comprometido con Janés, puede que verbalmente, a dedicarse al negocio del papel y que no pondría una editorial. Pero el negocio del papel se liberalizó y dejó de ser tal negocio, con lo que Lara montó Planeta [en 1949]. Eso Janés lo tenía grabado.” (lo cuento con más detalle en A dos tintas, pp. 287-290).

José Janés.

José Janés.

Parece evidente que no era sólo eso lo que movió a Janés a comprar la Editorial Lara, si bien hay muchos testimonios de la incompatibilidad de caracteres y de la extraordinaria diferencia de sus modos respectivos de enfocar la labor del editor.

En la ambiciosa e impresionante Historia de la edición en España, Martínez Martín relata la irrupción de Lara en lo que tradicionalmente se consideraba “un negocio de caballeros” en los siguientes términos:

Lara no tenía vinculación previa con ninguna de las piezas que alimentaban la edición: tipografía, librería, antecedentes familiares de editores, creación literaria, actividad intelectual… y, quizá por partir de cero, desplegó una agudeza en los negocios sin los márgenes que condicionaban a los editores de profesión […] No era editor. Tampoco lector. Su contacto con los libros había sido episódico […] No contaba con criterios de selección literaria […]

Entendía muy bien las relaciones personales y clientelares del Régimen, con idea siempre del pragmatismo y el negocio.

No está nada mal, pero no evoca en cambio aquella muy célebre declaración del propio Lara al prestigioso entrevistador de La Vanguardia Manuel del Arco, de la que Francisco Candel explicó las circunstancias:

Lara dijo, en entrevista a Del Arco, periodista que te hacía firmar sus entrevistas para que luego no te retractaras: “Yo he triunfado en la vida porque he dado muchos golpes bajos”.

José Manuel Lara Hernández.

Apéndice

Datos (incompletos) de algunos libros de Editorial Lara entre 1944 y 1946

Portada de Tragedia en Francia.

 

Azorín, Salvadora de Olbena, 1944.

Francisco Fernández Mateu, Después de la vida y antes de la muerte, 1944.

André Maurois, Tragedia en Francia, Voces de Francia 1, traducción de Oliver Brachfeld,  1944.

Phillipe Barrès, Charles de Gaulle, prólogo de Marcelin Defourneaux y traducción de F. Oliver Brachfield y, 1944.

André Maurois, La salvación de Norteamérica, traducción de F. Oliver Brachfeld, 1944.

Alia Rachmanova, La fábrica de los hombres nuevos, traducción de J. García Mercadal, 1944.

Lajos Zilahy, El amor de un antepasado mío, 1944.

Cubierta de Charles de Gaulle.

 

Thomas Mann, Tonio Kröger. Anhelo de felicidad. El payaso, Colección Pequeñas Obras Maestras, traducción de F. Oliver Brachfeld, 1945.

André Maurois, Tragedia en Francia, 1945.

André Maurois, Viaje al país de los hortícolas, seguido de Por el camino de Chelsea, Colección Pequeñas Obras Maestras, traducción de F. Oliver Brachfeld, 1945.

William Somerset Maugham, Ah King (mi criado chino), 1945.

William Somerset Maugham, Servidumbre humana, traducción de Enrique de Juan, 1945.

Lucio D´Ambra, Conversaciones de medianoche, traducción de Eugenio Montalt, 1945.

G.K. Chesterton, El escándalo del padre Brown, traducción de F. González Taujis, 1945.

Ferenc Körmendi, El error,  traducción autorizada por Luis Torres, Colección Novelas Húngaras, núm. 2, 1945.

André Maurois, Historia de los Estados Unidos, traducción de Oliver Brachfeld, 2 vols., 1945.

Somerset Maugham, El paso del hombre, traducción de J. Romero de Tejada, 1945; 1946 (Horizonte).

Erwin H. Rainalter, Música de la vida, traducción de  José Lleonart, 1945.

Lajos Zilahy, La vida de un escritor, trad. Oliver Brachfeld, Lara, 1945.

Stefan Zweig, El candelabro enterrado, traducción de Fernando Gutiérrez y Diego Navarro, 1945.

Colección Novelas Húngaras, núm. 2.

 

Condesa de Chambrun, Cinco damas de corazón y una fea simpática, traducción de José Onrubia, 1946.

César González Ruano, Imitación del amor, 1946.

César González Ruano, El poder relativo, 1946.

Manuel Pombo Angulo, En la orilla, 1946.

J.B. Priestley, La isla lejana, Traducción de J. Romero de Tejada y Diego Navarro, 1946.

Félix Ros, El paquebot de Noé, 1946.

Bartolomé Soler, Karú-Kinká, Colección Horizonte, 1946.

William Somerset Maugham, Rosie, traducción de Manuel Vallvé, 1946.

William Somerset Maugham, Luz en el alma, traducción de Fernando Gutiérrez, Colección Horizonte, 1946.

William Somerset Maugham, Soberbia, traducción de José Romero de Tejada, 1946.

William Somerset Maugham, El velo pintado. Aventura en Tching-yen, traducción y prólogo de J. Romero de Tejada, Colección Horizonte, 1946.

William Somerset Maugham, Cautiva del amor, 1946.

William Somerset Maugham, Cosmopolitas, traducción de Isidoro Guerrero, 1946.

Wulliam Somerset Maugham, Una hora antes del amanecer, 1946.

William Somerset Maugham, A orillas del Támesis, 1946.

William Somerset Maugham, El agente secreto, traducción de. R. García Adamuz, 1946.

Herbert Wild, En la boca del dragón, 1946.

P.C. Wren, Los hijastros de Francia, 1946.

Stefan Zweig, Americo Vespucio, versión de Alfredo Kahn, 1946.

El poder relativo, de González-Ruano.

 

Fuentes:

Màrius Carol, José Manuel Lara, de otro planeta”, en Noms per a una historia de l´edició a Catalunya, Barcelona, Gremi d´Editors de Catalunya, 2001, pp. 9-39.

Es fama que Paco Candel fue una de las mayores víctimas de la censura.

Paco Candel ante una caricatura suya obra de Manuel del Arco.

Francisco Candel, Patatas calientes, Barcelona, Ronsel (Colección Pérgamo. Crónicas), 2013.

Jesús A. Martínez Martín, “La autarquía editorial. Los años cuarenta y cincuenta”, en Historia de la edición en España, 1939-1975, Madrid, Marcial Pons (Historia), 2015, p. 233-271.

Morán,“Entrevista a Manuel Lombardero”, Asturama, 23 de julio de 2012.


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