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El Alfredo Guido que diseñó la colección Clásicos Castellanos de Estrada

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En la Biblioteca Nacional de España se conserva un texto autógrafo del poeta Jorge Guillén (1893-1984) escrito sobre una página del número 9 de la colección Les Cahiers Verts que el historiador francés Daniel Halévy (1872-1962) dirigía para Bernard Grasset (1881-1955), y que corresponde a La Conquête de la Joie, de Raymond Schwab (1884-1956), lo cual permite fechar ese autógrafo como posterior a enero de 1922. Se conoce este texto como «Nota sobre Alfredo Guido y Rubén Darío», y resulta interesante que ya en fecha tan temprana el entonces joven poeta vallisoletano mencione a Guido.

Para entonces, Alfredo Guido y su hermano Rubén habían sido quienes, en calidad de administradores, en 1912 habían contratado al poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916) como director de las revistas parisinas Mundial Magazine (1911- 1914), heredera en ciertos aspectos de la recién desaparecida Gustos y gestos (1910-1911), y Elegancias (1911-1914).

Sin embargo, este Alfredo Guido, uruguayo, no puede ser en ningún caso el Alfredo Guido nacido en Rosario (Argentina) en 1892 y que hacia 1914 estaba empezando a destacar como ilustrador en varias revistas, pues este segundo Guido, debido a la guerra mundial, no pudo disfrutar de la beca Europa que había obtenido en 1915 y no estuvo en ese continente hasta 1925 (y allí permaneció hasta 1937).

Almuerzo en Cau Ferrat (Sitges) en el que puede reconocerse, sentados, a los escritores Frederic Rahola, Santiago Rusiñol y Rubén Darío. Guido es el segundo desde la izquierda entre los que están de pie.

De 1916 es una edición de Un viejo resplandor, del poeta granadino Antonio Pérez Valiente de Moctezuma (1895-1980) ilustrado con cubierta y cinco dibujos interiores de Alfredo Guido y publicado por la librería Monqaut & Bonthoux (en Lacalle Balcarce), y del año siguiente Sortilegio, del mismo autor e impreso en los Talleres Gráficos de Antonio Mercatali, también con ilustraciones de Guido. En ambos casos puede advertirse en las imágenes la influencia del nouveau y el simbolismo, que el artista rosarino no tardaría en ir dejando atrás.

En 1919 colabora con la revista de Rosario El Círculo, y suyos son ya tanto la portada y la contra del primer número de esta publicación como numerosos de los dibujos que ilustran los textos interiores. Asimismo, ese año se empieza a distribuir una edición de autor de Arco sobre el mar, de Enrique de Leguina, y también por esa mismas fechas inicia su colaboración con la revista mensual dirigida por Ernesto Morales y J.C. Keller Sarmiento e impresa en los Talleres Gràficos Virtus Crisol (1920-1922), cuyo primer número albergaba textos de Leopoldo Lugones, Arturo Capdevila y José Ingenieros, entre otros. Suelen destacarse también de esa época, en cuanto a la ilustración de libros llevada a cabo por Guido, los de los poetas argentinos Arturo Vázquez Cey (1888-1958), Aguas serenas (1923) en los ya mencionados talleres Mercatali, y Evar Méndez (Guillermo Evaristo Méndez, 1885-1955) Las horas alucinadas. Nocturnos y otros poemas (1924), que incluye siete ilustraciones y del que se tiraron quinientos ejemplares en papel pluma verjurado en el comercio del joven librero y editor Jacobo Samet (1898-1981) (a quien en 1929 Guillermo de Torre dedicaría un interesante y conocido artículo-entrevista en el número 54 de La Gaceta Literaria, con motivo de la exposición de libro argentino y uruguayo celebrada ese año en Madrid).

Estos libros vienen más o menos a coincidir con el impacto que producirá en Guido y en su obra el libro de Ricardo Rojas (1882-1957) Eurindia (Ensayo de la Estética fundado en la experiencia histórica de las culturas americanas), que compilaba artículos previamente aparecidos en La Nación y que se incluía tanto en el volumen de obras completas que le publicó la Librería La Facultad de Juan Roldán en Buenos Aires en 1922 como en el que distribuyó en Madrid ese mismo año Juan Pueyo (en 1951 circuló profusamente una edición de Losada). Rodríguez Viñuales sintetiza del siguiente modo ese impacto, refiriéndose a una ilustración de Guido para ese libro:

Para la edición de Eurindia, Alfredo Guido realizó una ilustración-interpretación titulada «El templo de Eurindia» en la cual sintetizaba las dos claves centrales de la teoría de Rojas en cuanto al arte: «técnica europea» y «emoción americana». La monumentalidad de lo europeo aparece conjugado en la misma con una profusa decoración inspirada en las culturas precolombinas.

Si bien subraya también que una de las escasas ilustraciones propiamente indigenistas de Guido en esos años fueron las que realizó para Páginas de Bolivia (1928), de Horacio Carrillo, para R. Buttazzoni Editor.

Previo a este libro, había aparecido en París una tirada limitada del Rimario (1926) del poeta brasileño Aloysio de Castro (1881-1959) con ilustraciones de Guido. Se ocuparon de esta edición los maestros impresores Ducros et Colas (bien conocidos por sus trabajos para los vanguardistas residentes en París). Asimismo es de 1926 la edición definitiva de Zogoiti, de Enrique [Rodríguez] Larreta (1875-1961), publicada en rústica por la Imprenta Juan Roldán con una lámina de Guido. Al año siguiente se le incluye en el impresionante Exposición de la Actual Poesía Argentina (1922-1927), que la editorial Minerva convirtió en vistoso libro de Pedro Juan Virginale (1903-1974) y César Tiempo (Israel Zeitlin, 1906-1980) con textos de Leopoldo Lugones (1874-1938), Ricardo Güiraldes (1886-1927) y Evar Méndez (1888-1955), entre otros, y obra gráfica de José Bonomi (1903-1992), Norah Borges (1901-1998), Rafael Barradas (1890-1929), etc.

Ilustración para el Rimario, de Aloysio de Castro.

La primera edición del libro de Aloysio de Castro (1881-1959) As sete dôres e as sete alegrías da Virgem, de sólo ciento cincuenta ejemplares e ilustrada por Guido, la publica en Rio de Janeiro la Impresa Nacional en 1929. Más restringida incluso fue la tirada de la carpeta Aguafuertes del Altiplano, quince ejemplares, que se componían de dos series de quince aguafuertes tanto a color como en blanco y negro que previamente había expuesto tanto en el Salón Witcomb de Buenos Aires en 1923 como en el Salón de Otoño de Madrid al año siguiente (se imprimió en Rosario en 1930). De orientación editorial similar, en cuanto a las tiradas, es el libro de ciento cincuenta Santos Vega, de Rafael Obligado (1851-1920), que contiene litografías originales y de la que se ocupó Viau y Zona (el primer editor de Julio Cortázar). Añádase un Facundo (1933), que fue la primera edición de la Sociedad de Bibliófilos Argentinos, dirigida por Eduardo J. Bullrich y Carlos Marcelo Mayer y que según consigna el colofón «fue ilustrado por Alfredo Guido, quien grabó los aguafuertes y cincuenta series de las mismas en papel Alton Mill para los socios» y de cuya impresión se ocuparon las prensas de Francisco A. Colombo.

Con estos antecedentes y a tenor de la progresión creativa de Guido del modernismo y el simbolismo al interés por el arte de raigambre indígena, no es de extrañar que se convirtiera en el diseñador idóneo para la interesantísima colección de Clásicos Castellanos que puso en marcha en 1943 la editorial Estrada bajo la dirección Manuel Mújica Laínez (1910-1984), porque como explica Rodríguez Temperley su objetivo, como ponen de manifiesto tanto el diseño como los prólogos de esos libros, era mostrar la mirada argentina hacia las principales muestras de la tradición literaria castellana: Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Góngora, La Celestina (esta última prologada por Bioy Casares)…, y que no llegó a publicar pero estaba editando cuando desapareció a Quevedo (prologado por Borges), Gonzalo de Berceo (por Mújica Laínez) y Ángel Ganivet (por Eduardo Mallea), entre otros.

Alfredo Guido diseñó las cubiertas y los retratos de los autores de los doce títulos (el Quijote, que cerró la colección, en dos volúmenes) que llegaron a publicarse en los Cláscios Castellanos de Estrada Editores entre 1943 y 1955, cuyos rasgos principales la mencionada Rodríguez Temperley ha analizado con detalle y perspicacia (ver fuentes).

Fuentes:

Rodrigo Gutiérrez Viñuales, «España y Argentina, entre la tradición y la modernidad», en Antonio Pérez Valiente de Moctezuma, Un viejo resplandor, Granada, Editorial Comares, 2000, pp. 9-73.

Rodrigo Gutiérrez Viñuales, «Simbolismo y Modernismo en Sudamérica. algunas historias reseñables (1895-1925)”, en Troya Kennedy y Rodrigo Gutiérrez Viñuales, (coords.). Alma Mía: Simbolismo y modernidad en Ecuador (1900-1930). Quito, Museo de la Ciudad, 2013, pp. 46-67.

Rodrigo Gutiérrez Viñuales, «Modernistas y simbolistas en la ilustración de libros en la Argentina (1900-1920)», en Temas de la Academia, Buenos Aires, Academia Nacional de Bellas Artes, 2010, pp. 39-52.

Arturo Parrondo García, La revista «Mundial Magazine» de Rubén Darío: una interpretación desde la antropología del imaginario, tesis doctoral presentada en la Facultad de Filologia de la Universidad Complutense de Madrid en 2022.

María Mercedes Rodríguez Temperley, «La Edad Media en las tierras del Plata (A propósito del medievalismo en la Argentina», Revista de poética medieval, núm. 21 (2008), pp. 221-293.

María Mercedes Rodríguez Temperley, «Prólogos argentinos a clásicos españoles. Editorial Estrada (1943-1955)», III Congreso Internacional CELEHIS de Literatura. Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, 2008.


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